viernes, 9 de julio de 2010

Tanto amor...

Hoy mientras rezaba, Jesús, caí en la cuenta, y quedé muy impresionada, de tu inmenso compromiso con nosotros.
¿Podría ocurrírsenos a algún hombre que el mismo Dios se haría uno de los nuestros y, más aún, en todo semejante a un hombre cualquiera, compartiendo nuestra vida y nuestra suerte por ayudarnos, por arreglar lo que nosotros estropeamos? ¿Y que nos daría todo, hasta su propia vida, y todavía buscaría modos de quedarse, de permanecer junto a nosotros cada día hasta el final?
Uno de nosotros ¿sería capaz de pensar acercarse a vos Jesús en semejante grado de compromiso con nuestros hermanos?
Pensándolo así, me doy cuenta qué inmenso es tu Amor y el del Padre; y qué mezquino es el nuestro, el mío.
¡Gracias Jesús!

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