jueves, 1 de julio de 2010

Por la tarde

Vengo, Señor, cansado;
¡cuánta fatiga
van cargando mis hombros
al final del día!
Dame tu fuerza
y una caricia tuya para mis penas.

Salí por la mañana
entre los hombres.
¡y encontré tantos ricos
que estaban pobres!
La tierra llora,
porque sin ti la vida
es poca cosa.

¡Tantos hombres maltrechos,
sin ilusiones!;
en ti buscan asilo
sus manos torpes.
Tu amor amigo
todo tu santo fuego,
para su frío.

Yo roturé la tierra
y puse trigo;
tú diste el crecimiento para tus hijos.
Así, en la tarde
con el cansancio a cuestas,
te alabo, Padre.

Quiero todos los días
salir contigo,
y volver a la tarde
siendo tu amigo.
Volver a casa
y extenderte las manos
dándote gracias. Amén.

Este es un himno de vísperas que me encanta.
Nosotras lo cantamos, hoy por ejemplo.
Estos días, que estamos con muchas cosas domésticas y también apostólicas, me parece que dice lo que yo quisiera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario