
Antes la llamaban la parábola del hijo pródigo ahora la del padre misericordioso. Tocó en la lectura del Evangelio de hoy (Lucas 15, 1-3; 11-32).
Dos observaciones:
+ Conozco varios casos, mi madre incluida, de padres y madres que son así: prefieren, se ocupan más, son especialmente cariñosos con hijos más vulnerables, que dan más trabajo.
Y a veces asombra, mirado desde afuera –también desde los mismos hermanos- porque esos hijos ‘preferidos’ se manifiestan muy ingratos. Pareciera que, a mayor ingratitud, la respuesta de los padres será mayor cuidado, tolerancia y manifestación de cariño.
¿Será algo propio de la paternidad?
+ Impresiona cómo el hijo mayor, que parece el fiel, en realidad no se siente ‘hijo’.
Dice: Padre, ¡hace tanto tiempo que te sirvo!... y ni siquiera me has dado…
El padre sí lo siente hijo. Y más todavía por este pecado de estar lejos aún viviendo con él: ¡Hijo mío! ¡Si todo lo mío es tuyo! (Como si dijera: ¿Todavía no te diste cuenta?)
Jesús, ¡vos sí que sos el Hijo! Todo lo del Padre es tuyo.
Y venís a mostrarnos que también nosotros lo somos.
Ayudanos a sabernos, y sentirnos, verdaderamente ‘hijos’. Y entonces también, nos sentiremos realmente ‘hermanos’ entre nosotros.
No siempre es así en el caso de los padres. Qué bueno que así haya sido en lo casos que conocés. En muchos otros casos se empiezan a hacer comparaciones del que va mal con el que va bien y muchas veces el que va mal adquiere peor actitud.
ResponderEliminarTodo está relacionado con una forma de ver la educación. El hecho de que a un hijo se le de cada vez más y ese hijo sea cada vez más ingrato es lo que muchos consideran "mal criar". Muchos dicen: si no lo sabe aprovechar, no le doy más.
Hay algo de verdad en las dos formas, y es muy difícil encontrar el punto justo.
Una tarea de toda la vida, creo.