martes, 7 de septiembre de 2010

Lucas 6, 12-19

“En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles: a Simón, a quien también llamó Pedro, a Andrés su hermano, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote, Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor.
Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades; y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos eran sanados. Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos.” (Lc.6, 12-19)

Bellísimo el trozo del Evangelio de hoy.
Lleno del Padre, Jesús, elegiste a los doce y, con ellos, bajaste a los hombres librándolos de todos sus males.
Dame conocerTe, contemplarte, para que mi corazón se contagie del tuyo.

martes, 24 de agosto de 2010

Dios con nosotros (Jn 1, 45)


En el evangelio de hoy -fiesta de san Bartolomé- Felipe le dice a Natanael:
"Hemos encontrado al que anuncian Moisés y los profetas: Jesús de Nazaret, el hijo de José"
Felipe reconoció en Vos, Jesús, al esperado, el anunciado. Con el tiempo, después de tu resurrección, sabremos que sos el mismo Hijo de Dios.¡El mismo Dios con nosotros!
A tal punto con nosotros que Felipe te nombra como a un paisano, uno de los del pueblo vecino, al que le conocemos perfectamente la familia, que es hijo de uno de los nuestros.

Si pensamos que seguirte es despegarnos de lo de aquí, Vos Jesús hiciste todo lo contrario. Te insertaste -entreveraste, diríamos en criollo- del todo entre nosotros.
Ya no será necesario mirar al cielo: ¡Dios está aquí, Dios está con nosotros!

-----------
Nota: Natanael también es llamado Bartolomé.

sábado, 21 de agosto de 2010

Mateo 23, 3

Refiriéndose a los escribas y fariseos -sacerdotes, pastores, autoridades religiosas de ese momento- Jesús les dice a sus discípulos y a la gente:
"Hagan y observen todo lo que les digan, pero no imiten su conducta porque dicen y no hacen".

Bien clarito, Jesús. Pero también muy inesperada tu respuestas según nuestros criterios actuales.
Nosotros diríamos: ¿por qué obedecer a quién no cumple? ó, si no, ¿qué valor tiene lo que dice si ni él lo cumple?
Pero vos nos enseñás: No es lo mismo el mensaje que el mensajero.
El mensaje puede ser bueno aunque no lo traiga un buen mensajero.
Tampoco puedo pretender, aunque sería el ideal, que porque el mensaje sea el mejor va a haber mejorado al mensajero.
------------
No es una crítica la mía, sino que me doy cuenta que a veces exigimos, o pretendemos, cosas que no siempre se dan; y lo peor es que después sacamos conclusiones para nuestra vida que resultan fatales. Por ejemplo: ¿cómo voy a creer, o a obedecer, si el que me predica, o me cuida, no es como debe ser?
Me dirías Jesús: ¿Por qué no?

domingo, 8 de agosto de 2010

Pequeño Rebaño



“No temas, pequeño rebaño, porque a su Padre le ha parecido bien darles a ustedes el Reino.” (Lc. 12, 32)”

Así empieza el trozo del Evangelio que la Iglesia nos propone para este domingo. Es mucho más largo, y probablemente el mensaje que pretende trasmitir esté más adelante en el texto, pero yo me quedé con esto. Ignacio de Loyola recomienda que allí donde escuches a Dios que te habla, allí te quedes.

Me encantó la frase. Me llenó.
Tratar de escucharla de tus labios, Jesús.
¡Cómo nos conocés! Sabés de nuestra pequeñez, nuestra debilidad, incluso nuestro pecado. Y también, por eso mismo, de nuestro miedo.
Pero, en lugar de ser el Dios juez, el justiciero, que deshecha lo que no ha respondido bien, sos el Hermano mayor, el Pastor, que nos consuela.
Y también, el Maestro, que nos enseñás:
‘El regalo no está basado en ustedes, en su grandeza, sino en el incondicional Amor del Padre.
A Él le ha parecido bien así. Es Él el que les regala el Reino’.

____________

¡Gracias Jesús, por dártenos a conocer!
¡Gracias por darnos a conocer al Padre!
¡Gracias porque el Padre y vos, conociéndonos, nos aman del todo y nos regalan el Reino!

lunes, 12 de julio de 2010

Mateo 10,34 - 11,1


El trozo del Evangelio de hoy, Jesús, es bien fuerte:
"No crean que vengo a traer la paz sino la guerra"... anuncia la confrontación; que es posible que, el seguirte, nos deje solos frente al mundo, aún frente a nuestra propia familia.
No creo para nada que se refiera a vivir en la violencia. Tu Mensaje es, indudablemente, un mensaje de amor, de reconciliación; de amor a todos.
Me parece que nos advertís que no nos será, para nada, fácil sino todo lo contrario.
Si a vos no te fue nada fácil ¿por qué habría de serlo para nosotros?

¿Por qué será que nos asombramos tantas veces de las contrariedades, las incomprensiones, los enfrentamientos en las cosas importantes?

Ayudanos vos, Jesús, a escucharte a fondo y desde el fondo.
Enseñanos a abrir nuestro corazón a todo tu Mensaje.

viernes, 9 de julio de 2010

Tanto amor...

Hoy mientras rezaba, Jesús, caí en la cuenta, y quedé muy impresionada, de tu inmenso compromiso con nosotros.
¿Podría ocurrírsenos a algún hombre que el mismo Dios se haría uno de los nuestros y, más aún, en todo semejante a un hombre cualquiera, compartiendo nuestra vida y nuestra suerte por ayudarnos, por arreglar lo que nosotros estropeamos? ¿Y que nos daría todo, hasta su propia vida, y todavía buscaría modos de quedarse, de permanecer junto a nosotros cada día hasta el final?
Uno de nosotros ¿sería capaz de pensar acercarse a vos Jesús en semejante grado de compromiso con nuestros hermanos?
Pensándolo así, me doy cuenta qué inmenso es tu Amor y el del Padre; y qué mezquino es el nuestro, el mío.
¡Gracias Jesús!

jueves, 1 de julio de 2010

Por la tarde

Vengo, Señor, cansado;
¡cuánta fatiga
van cargando mis hombros
al final del día!
Dame tu fuerza
y una caricia tuya para mis penas.

Salí por la mañana
entre los hombres.
¡y encontré tantos ricos
que estaban pobres!
La tierra llora,
porque sin ti la vida
es poca cosa.

¡Tantos hombres maltrechos,
sin ilusiones!;
en ti buscan asilo
sus manos torpes.
Tu amor amigo
todo tu santo fuego,
para su frío.

Yo roturé la tierra
y puse trigo;
tú diste el crecimiento para tus hijos.
Así, en la tarde
con el cansancio a cuestas,
te alabo, Padre.

Quiero todos los días
salir contigo,
y volver a la tarde
siendo tu amigo.
Volver a casa
y extenderte las manos
dándote gracias. Amén.

Este es un himno de vísperas que me encanta.
Nosotras lo cantamos, hoy por ejemplo.
Estos días, que estamos con muchas cosas domésticas y también apostólicas, me parece que dice lo que yo quisiera.